lunes, 31 de agosto de 2020

9. ARTÍCULO “LA CULTURA ESCOLAR DETERMINA O ES CONSTRUIDA DESDE LA ESCUELA”

 

El artículo ofrecerá conclusiones sobre el espacio de construcción que tienen los sujetos que participan en la escuela: las posibilidades de definir contenidos culturales: prácticas, valores, creencias, etc., desde los alumnos y desde el maestro.


Son dos procesos convergentes, indisolubles y que se influyen mutuamente. Tomando como referencia lo que entendemos por la cultura, como el conjunto de elementos que caracteriza a una comunidad social; entre ellos, tenemos las creencias y suposiciones fundamentales, los valores compartidos que se toman como válidos, las normas, patrones y compartimientos que van de la mano con los valores y cómo estos se hacen visibles a través de las acciones y actitudes de los miembros de esa comunidad, así veremos, cómo los hombres consideran a sus mujeres, a sus hijos y sus adultos mayores; los roles en la familia; los festejos y las tradiciones en cada festividad; sus costumbres religiosas…

            Esta caracterización del contexto, sin lugar a dudas afecta directamente las expectativas que tengan los padres de familia, respecto de la escuela, cómo la perciben, el valor que le dan al aprendizaje y en ese sentido apoyarán o se verá una participación pasiva, sin involucramiento, lo que, a su vez, en muchos de los casos, determinará el comportamiento de los alumnos.

En medio del rumbo que marcan los planes y programas de Educación Básica y el tipo de hombre que se pretende formar al concluir su formación educativa, aunado a la misión y la visión de cada escuela, toma lugar el currículum oculto; en forma de normas, costumbres, creencias, lenguajes y símbolos que se manifiestan en la estructura y el funcionamiento de la escuela y dependerá en gran medida de los valores y ética profesional del que tome el rol de líder en la comunidad educativa, ya que no siempre es el director quien toma este papel y el propio docente, quien está frente al alumnado… Todo este conjunto de elementos, definirán el rumbo que tome la escuela y, por lo tanto, los aprendices.

            “Los esfuerzos por introducir cambios han tendido a subestimar el poder de la cultura de la escuela y del aula para adaptar, aceptar y rechazar innovaciones que entran en conflicto con las estructuras y valores dominantes en la cultura escolar. Vemos que mientras es fácil introducir cambios superficiales que no amenacen las estructuras existentes, no es fácil desafiar y cambiar las estructuras profundas de la enseñanza” (Rudduck, 1994: 387)

 

El cambio para que suponga una mejora debe generarse desde dentro, más que por mandato externo; y proponerse capacitar al centro para desarrollar su propia cultura innovadora. Así, el docente es la clave para transformar la cultura escolar, con su involucramiento, sus actitudes y su trabajo que realiza día a día (metodologías, flexibilidad, inclusión); de este modo, la comunidad escolar, sabe y cataloga la forma de trabajo de cada docente y en general, los padres de familia se involucran más con docentes que les mantienen informados y conforma comunidades de colaboración para transformar el contexto escolar.

Por lo que se puede afirmar que la cultura escolar se construye a través de cómo el docente muestre el camino, para que el alumno sea el protagonista de su aprendizaje, del diálogo, la solución de conflictos, así como de todas las experiencias de los miembros de la comunidad escolar, con base a la participación, argumentación, valores y espacios en los que se lleve a cabo; para promover espacios más democráticos, de pluralidad y de inclusión.

Considerando las aportaciones de Holmes (1990), reconstruir culturalmente los centros escolares implica actuar de una forma equitativa y conjunta en los dos grandes factores que condiciona la cultura de una institución escolar las cuales son: la estructura organizacional y el desarrollo profesional, tanto para transformar el entorno laboral del maestro, así como su práctica para fomentar una cultura profesional de la enseñanza.

 

Una realidad inevitable, por más que se llegue a negar, es que la cultura escolar se va conformando con el paso del tiempo, no es automática ni se instaura por medio de un decreto es más bien parte de un proceso lento de construcción conjunta y pienso, que no siempre de forma reflexiva, pero que sí involucra a todos quienes forman parte de ella. Y en ese sentido, podemos ver cómo en ciertos casos se hace una amalgama de prácticas nocivas, que mantienen a la comunidad educativa en un “conveniente letargo” que les permite legitimar metodologías no adecuadas ante una sociedad líquida y demandante y una generación Z.

Así, en general, los alumnos, van adoptando la disciplina, los hábitos y la personalidad que observan por parte de sus docentes y del director; ven la organización escolar, la importancia de los valores y el respeto a los símbolos patrios, el análisis y consecuencias de los acontecimientos históricos y efemérides; el ambiente laboral y de aprendizaje; de ahí la importancia que retomemos nosotros mismos como docentes, la reivindicación de nuestro papel como profesionales de la educación en las escuelas. De este modo, se hacen reproductores de los roles aprendidos desde la infancia.

Porque al estar en contacto con los patrones de significado que el docente valida, a través de permitirlos, vivirlos y transmitirlos, incluyendo conocimientos, reglas, valores, creencias, ceremonias y tradiciones serán las que el alumno adoptará para hacer frente a los retos que la vida le depare.


REFERENCIA

Bolívar, A. (1996). Cultura escolar y cambio curricularBordón, 48 (2), 169-177

Hargreeaves, A. (1999): profesorado, cultura y postmodernidad, Morata, Madrid. Bolívar, A. (1996: 169177). Cultura escolar y cambio curricular. Bordón, 48(2).

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